Después de un verano ajetreado, un comienzo de curso escolar muy intenso y todas las pequeñas sorpresas que te depara la vida, puede parecer que las vacaciones de invierno están ya a la vuelta de la esquina. Noviembre es el mes perfecto para reducir el ritmo, recargar energías y centrarse en la salud. Dedicar tiempo a una misma no es egoísta, sino que te ayuda a ser más fuerte, más feliz y a tener más energía para todo lo que la vida te tiene preparado.
Noviembre es el Mes Mundial de la Diabetes, un recordatorio perfecto para cuidarse, apoyarse mutuamente y centrarse en crear hábitos que se mantengan, especialmente en momentos de estrés. El estrés puede afectar a tu cuerpo de forma real, aumentando el cortisol, la hormona del estrés, lo que puede influir en los niveles de azúcar en sangre e incluso aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 (fuente) .

La buena noticia es que mover el cuerpo es una de las mejores formas de controlar el estrés. El ejercicio ayuda a reducir el cortisol, mejora el estado de ánimo y te mantiene sana tanto mental como físicamente. Incluso las sesiones cortas y constantes marcan la diferencia. La nutrición también puede ayudar: los alimentos ricos en magnesio, como las espinacas y las semillas de calabaza, el omega 3 del salmón o las nueces, y la vitamina C de los cítricos o los pimientos pueden ayudar a controlar los niveles de estrés (fuente).
Noviembre va de ponerse primero. Cada entrenamiento, cada comida nutritiva o cada pausa consciente contribuye a tu fortaleza y a que te sientas más sana y feliz. Dar prioridad a tu bienestar no es algo puntual, se trata de tomar decisiones que apoyen de forma constante a tu cuerpo y a tu mente. Se trata de crear un estilo de vida que funcione para ti, encontrar el equilibrio y desarrollar hábitos sostenibles que encajen perfectamente en tu vida. Cuando te pones primero, no solo estás cuidando tu salud, sino que también estás mejor preparada para apoyar a las personas que te rodean, afrontar los retos de la vida y disfrutar de las cosas que realmente importan. Con el tiempo, estas pequeñas acciones constantes se acumulan y se traducen en beneficios a largo plazo, lo que hace que sea más fácil mantener la motivación, sentirse segura y afrontar cada día con energía y concentración.

Los hábitos diarios sencillos también pueden ayudar a reducir el estrés y regular el cortisol. Por ejemplo, empezar la mañana con un vaso de agua tibia con limón, practicar la respiración profunda durante unos minutos y evitar la luz azul de las pantallas durante los primeros 30 minutos del día puede crear un ambiente tranquilo y estable. Los estudios sugieren que estos hábitos favorecen la concentración, reducen la ansiedad y promueven el bienestar general (fuente). Otras pequeñas prácticas, como escribir un diario, hacer estiramientos o dar un breve paseo al aire libre, pueden reducir aún más el estrés y mejorar tu estado de ánimo. Incorporar solo unos minutos de actividad consciente cada día puede marcar una gran diferencia con el tiempo.

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